Hablemos del amor:

Nadie está con quien realmente querría estar. Somos descartes de descartes.

Seguramente te incomode leer esto, que te incordie. Puede que te plantees si sí o si no, si tengo razón o soy un tarado, o quizás pienses que a esa frase le falta un casi, o que tal vez esté en lo cierto, sí, menos en tu caso, o que por el amor, como en la vida, uno no se pasa, uno está, y seguramente no te falten motivos para creer todo eso. Sin embargo, pienses lo que creas, espero haberte dejado diferente (sé que la frase no es así pero, entre tú y yo, las reglas están para romperlas).

Todos sabemos que al enamorado no le interesa qué pasó, sino que pasó, y ya está, que aquello del otro le es tan ajeno como la vida del vecino, pero lo que ignora es que a él también le afecta, en cierto modo, pues seguramente haya acabado siendo la mejor carta de la baraja, o tal vez la única que quede, hechos ya todos los descartes anteriores. Sin embargo, ¿qué pensaría un amante si no estuviera bajo los efectos del amor?

«Mi pareja estuvo antes con uno, con otro, quizás más, y todos fallaron en algo, pues no está con ellos, sino conmigo, así que yo debo ser el resultado de un largo proceso de descarte. Supongo que fue pasando páginas hasta llegar al mejor capítulo, y si es aquí donde se queda a leer, ya sin prisa ni pausa, seguramente sea porque se me ha puesto cara de punto de libro.»

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