Supongo que debo contarlo.
Jamás he creído en nada:
ni en las razas,
ni en la sociedad,
ni en el infinito,
ni en Dios –con mayúscula o sin ella-,
ni en que el cambio sea posible,
tampoco en el cambio en sí,
ni en la esperanza,
ni en la política,
ni en el seguir igual,
ni en el antes mejor,
ni en la espera,
ni en la fe,
ni en que mueva montañas,
ni en el juego,
ni en el azar,
ni en el solo puede ir a mejor,
ni en la Justicia –también con mayúscula o sin ella-,
ni en que todo se vaya a solucionar,
ni en las promesas,
ni en el no pasa nada;
tampoco he creído en los consejos que llegaron a tiempo,
ni en levantarme temprano,
ni en vivir solo una vida,
ni en la memoria,
ni en el destino,
ni en escribir por escribir,
ni en ser ya mayor,
ni en ser aún joven,
ni en el olvido,
ni en soñar por soñar,
ni en acostarme pronto,
ni en el recuerdo,
ni en el tiempo,
ni siquiera he creído en la gente que creyó en mí,
y ni mucho menos he creído en mí mismo.
Pero ha ocurrido algo: tú.
Y desde entonces, creo en los milagros.
Llego el momento de creer en algo, nunca es tarde para hacerlo.
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Impresionante…… me sentí bastante indentificado…. muchas veces tras varios tropiezos es como que ya no se puede creer en nada, ni en nadie, ni en uno……..
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