(A Abril,
que por muy septiembre que te pongas,
la primavera te sienta mejor.)
He venido a hablarles de muñecas y puzzles, pero antes me gustaría advertirles de algo: las cosas entre Mr. Hyde y yo han cambiado. Verán, he conocido una muñeca nueva y el tipo se tomó mal la aparición de tan fantástico ser dispuesto a silenciar la otra mitad de mí. Lo bueno de este juguete nuevo es que ya no lo puedo romper, es imposible, porque -sepan, amigos- que no puede romperse algo que ya nació roto.
Ahora, mi compadre y yo andamos sin buscarnos, pero yo sé que él anda para encontrarme, y ya no pienso darle más pistas falsas, no vaya a ser que por una vez confíe en mí y se pierda de verdad y qué hago yo sin él.
Ah, amigos, qué repentino todo. Un quilombo. Qué fácil era cuando yo podía romper a discreción, sin preocupaciones ni remordimientos, tan solo -y solos- él y yo… ¿Cómo? A ver… Perdónenme, disculpen un momento, Mr. Hyde me pide paso, tiene algo que decirles:
«Queridos, maten sus brújulas, háganlo antes de que sea demasiado tarde. El tipo este que escribe más arriba ya llega tarde y por si fuera poco ni me escucha, pero yo sé que ustedes serán rápidos en la reacción. Mátenlas, carajo. Si salen de casa verán la luz del sol en todo lo alto. ¿Qué más motivo quieren?
¿Qué hacen bajo techo? ¿Qué ven en la televisión? ¿Qué leen en sus teléfonos? ¿Por qué le hablan a quienes no les escuchan? ¿Por qué pierden el tiempo? Miren a un lado, al que sea, no importa. Giren la cabeza 180º y pregúntense quién es esa persona. ¿Realmente la conocen? ¿Y creen conocerla?
Plantéense sus mapas, amigos, plantéense sus notas, sus gustos, sus odios. Plantéense todo y plántense ante todo. Entierren la mirada de reojo, el sobresalto a la mínima, la desconfianza ciega. Basta, amigos, basta ya.
Y no, no necesito que agradezcan mi intervención. Sin más, les devuelvo a un cobarde. Salúdenle de mi parte.»
¿Ven? Se lo dije. Es un tremendo faltón. Sin embargo, hay algo entre él y yo que nos une, y no es otra cosa que esa aura de perro apaleado que ambos llevamos encima como la camisa del que no se vistió para la lluvia. ¿Han leído bien? Maten sus brújulas. ¡Mátenlas! ¿Qué querrá decir con eso…?
A veces pienso que es mejor dejarle hablar. Sin embargo, cuando le escucho demasiado acabo por volver a romper muñecas y todo coge forma de bucle. Ah, sí, de eso estábamos hablando. Juguetes, ¿no? Muñecas y puzzles. Verán, resulta que… Eh, un momento. ¿Maten sus brújulas? No, no puede ser… ahora lo entiendo… ¿no estará insinuando que…?
Buen tema. Si le pones estribillo, ´´Frank Zappa ´´ te lo compra como canción.
Me gustaMe gusta
Me resulta difícil escribir un comentario en tu blog, siempre estoy a punto de hacerlo y al final… Pero hoy mataré mi brújula porque creo que conozco a las muñacas rotas. No me dan pena, es cierto que una vez rotas así quedarán, pero rotas son más hermosas y los cobardes más cobardes. Creía que no, que también un día matarían su brújula, quizá el tiempo me de la razón, pero de momento los cobardes siguen siendo cobardes.
PD: me encanta la foto de cabecera del blog!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Disculpa, pero justo ahora acabo de leer este comentario!
Las muñecas rotas siempre son atractivas, quizás por nostalgia, tal vez por curiosidad, pero algo de imán siempre tienen.
Gracias por lo de la foto de cabecera, aunque el billar no es lo mío 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Creo que la idea es «dejate llevar»……. Toma el camino y camina, deja que la vida te sorprenda.
Gran post!
Me gustaMe gusta